Félix de Azara, el ilustre ilustrado, olvidado.
- Félix Jordán de Urríes Mur
- 20 oct 2024
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 11 nov 2024
En 1839, en, Viaje de un naturalista alrededor del mundo, Charles Darwin cita… “Don Félix de Azara, hablando de un insecto…, dice que lo vio arrastrar el cadáver de una araña hasta su nido que estaba…”, y como esta, diecisiete alusiones más directas del creador de la Teoría de la Evolución de las Especies, hacia este ingeniero militar alto aragonés del S. XVIII, que escribió algunas de las páginas más destacadas –y lamentablemente también más olvidadas– de la ciencia y la exploración moderna española en tiempos de la Ilustración.

Madrid. 20/10/24. Tal día como hoy hace doscientos ochenta y un años que nace en Barbuñales, en el Somontano de Barbastro, uno de los aragoneses ilustrados, más ilustres en Sudamérica pero más olvidados en España, él es mi tatarabuelo, Félix de Azara.
Es difícil definir y resumir la vida de este brigadier de la Armada Española polivalente y valiente, que de manera accidental fue geógrafo, etnógrafo y naturalista. Esta efeméride, no es baladí, ya que Félix, fue uno de los naturalistas que más seres diferentes nuevos para la ciencia descubrió en la historia de la zoología, llegó a mandar al Real Gabinete de Historia Natural, actual Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid en alcohol de caña, 448 ejemplares nuevos, nunca antes jamás descritos por la ciencia, que incluso hoy en día, aun algún ejemplar se puede observar. Y todo esto fue posible ya que estuvo más de veinte años esperando a las comisiones portuguesas para dar efecto al tratado de San Ildefonso de 1777, el cual delimitaba la distribución de territorios entre la corona Española y la Portuguesa en el transcurso fronterizo de más de 6.000 kilómetros de frontera del actual Argentina, Paraguay y Uruguay con Brasil. Lejos de desistir en esta larga y penosa espera, decaer o simplemente abandonar su cometido, aprovechó para realizar diversas expediciones a lo largo del curso del Río de la Plata creando sus propios programas de investigación geográficos, etnográficos y naturalistas, cubriéndose el mismo los gastos, para observar, describir y dibujar la fauna, la flora y establecer contacto con las poblaciones guaraníes del territorio. Todos estos trabajos, apuntamientos y dibujos los enviaba a París, donde su hermano, Jose Nicolás de Azara, embajador y además uno de los políticos, diplomáticos y mecenas más importantes también del S. XVIII, (y otro gran olvidado como su hermano) ojos de Carlos IV, ante Napoleón Bonaparte en Francia, decidió publicar los trabajos, generando un shock y rotura de la concepción que hasta la fecha había en el ámbito de las ciencias naturales y de la evolución y adaptación de las especies con sus reflexiones y afirmaciones. Esos trabajos, por diferentes motivos, quedaron en el olvido, hasta que unas décadas más tarde, Charles Darwin, padre de la Teoría de la Evolución de las Especies, rescató sus trabajos y se sirvió de ellos para el desarrollo de su trabajo. El naturalista aragonés, es considerado como precursor del genio y científico inglés.
Félix, volvió de nuevo a España en el año 1801, cansado y fatigado por tantos años en lugares inhóspitos y remotos, prácticamente sin contacto con la civilización y desmotivado y abatido por los derroteros que habían emprendido los territorios de la América Meridional por la corrupción de los administradores Españoles y cansado de todo, solicita su relevo y regreso a la península. A su propio hermano, Jose Nicolás le decía en una carta, “Sin haber llegado a empleo visible, he pasado los mejores 20 años de mi vida en el último rincón de la tierra… sin libros, sin trato racional… comunicando únicamente con las aves y las fieras…”. En 1805 es retratado por Francisco de Goya, siendo este retrato uno de los de mejor calidad pictórica del pintor aragonés conjuntamente con los retratos de la familia de Carlos IV.
En la actualidad y gracias a la labor de la Diputación Provincial de Huesca, es recordado anualmente en el Galardón y Premios Félix de Azara en España y gracias a la labor de la Fundación de Historia Natural Félix de Azara de Buenos Aires en Argentina, su legado y figura persiste en Sudamérica. Recientemente gracias al Gobierno de Aragón y la labor realizada por el arqueólogo y antropólogo, Jose Ignacio Lorenzo, sus restos han sido identificados en la capilla de los Lastanosa en la Catedral de Huesca.
Félix, navega para siempre en otro mundo y mar muy lejano, el “mare serenitatis” de la Luna, donde una cordillera de más de 100 kilómetros de distancia, y que en 1976, fue bautizada como la “Dorsum Azara”, nos vigila e ilumina cada noche… es tal vez el homenaje póstumo más poético a este militar, brigadier e ilustre alto aragonés, cuyo entusiasmo y pasión por la naturaleza contribuyeron a avanzar en el estudio de la evolución biológica y las ciencias naturales.
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